Pintura

La portentosa historia de Angelika Kauffmann

Prodigio, portento y maravilla son algunos de los términos favoritos para referirse a Angelika Kauffmann, la pintora neoclásica suiza. 

Mayormente conocida por sus retratos, también fue grabadora y dibujante. El éxito de su carrera es inusual para una pintora de finales del siglo XVIII, sin duda fue una artista prodigiosa que destacaba desde pequeña.

Nació en 1741 en Chur, Suiza. Fue la única hija del pintor Joseph Johann Kauffmann y  Cleophea Lutz, quien inculcó en ella un importante amor por la música, además de enseñarle a leer y escribir.

La niña recibió lecciones de dibujo y mostró un gran potencial. Comenzó a pintar desde muy joven al asistir a su padre en Suiza, Austria e Italia. Con apenas quince años, Angelika trabajaba de manera independiente pintando retratos. 

Después de la muerte de su madre en Milán, decidió que no seguiría una carrera musical, sino que se concentraría en la pintura. Más tarde pintó Autorretrato de la artista dudando entre las artes de la música y la pintura, que representaba la elección a la que se enfrentó en ese momento de su vida.

Autorretrato de la artista dudando entre las artes de la música y la pintura, ca. 1791

Alrededor de esta época también contrajo matrimonio con un supuesto noble que resultó ser un impostor.

En 1762, en Florencia, estableció contacto con artistas vinculados a la corriente neoclásica. Posteriormente, en 1763, se trasladó a Roma, donde empezó a estudiar la escultura clásica. 

En este lugar coincidió con artistas importantes de la época, que de alguna manera influyeron en su estilo. Además empezó a adentrarse en la pintura de historia, un  género que tradicionalmente rechazaba a las mujeres debido a los prejuicios que existían, mismos que les prohibían estudiar anatomía.

En Italia se estableció como artista reconocida y en 1765, a los veintitrés años, fue nombrada miembro de la Academia de San Lucas. 

Ese mismo año viajó por primera vez sin su padre, de Bologna a Venecia, y después de Venecia a Londres en compañía de Lady Bridget Wentworth Murray (esposa del embajador británico).

Kauffmann se mudó a Londres en 1766, donde estableció una larga amistad con el pintor Joshua Reynolds, quien fue una gran fuente de inspiración para la artista. 

Dos años después se fundó la Real Academia de Arte, de la cual Angelika y Mary Moser fueron las únicas mujeres entre los miembros fundadores.

En Inglaterra fue conocida por sus retratos, pero también realizó decoraciones y otros trabajos por encargo. En 1778 la Real Academia le comisionó la realización de Los Cuatro Elementos del Arte, los cuales terminó dos años más tarde.

El hombre con el que Kauffmann contrajo matrimonio muchos años antes murió en 1780. Tras este hecho, ella se casó con el pintor Antonio Zucchi y ambos se trasladaron a Italia.

En Venecia conoció al futuro zar Pablo I de Rusia y realizó varios trabajos para familias nobles del norte de Italia, mientras desarrollaba aún más su técnica.

Más adelante entabló una amistad con el escritor Johann Wolfgang von Goethe y pintó su retrato. También se relacionó con otros personajes importantes, como el escritor y filósofo Johann Gottfried Herder. 

Retrato de Johann Wolfgang von Goethe, 1787


Kauffmann se estableció definitivamente en Italia. Mientras realizaba encargos para distintas cortes europeas siguió enviando obras a Inglaterra. 

Durante los últimos años de su vida se retiró a Roma y recibió varios honores, convirtiéndose en una artista muy reconocida antes de su muerte en 1807.

One Comment

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *