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No haré más arte aburrido: Una lectura de John Baldessari a través de la semiótica

Provocador, reflexivo e ingenioso son adjetivos que describen a grandes rasgos el trabajo de John Baldessari, artista conceptual estadounidense nacido en 1931. Su trabajo tuvo un gran impacto definitivo para el arte contemporáneo, pues sus obras continuamente problematizan temas que mantienen la relevancia y están dotadas de un carácter simbólico sumamente profundo con múltiples posibilidades de interpretación. 

La obra de Baldessari presenta algunas constantes, como la relación entre el lenguaje y el arte, la enseñanza artística, la creación humana e incluso el propio arte. Por si fuera poco, muchas de sus obras incorporan una narrativa que provee al espectador de elementos para su comprensión.

En ese sentido, su obra I will not make any more boring art, está dotada de un gran significado y se mantiene abierta a interpretaciones casi ilimitadas por su naturaleza multidimensional, permitiendo una lectura sumamente profunda con distintos niveles de análisis.


En 1971 el Nova Scotia College of Art (NSCAD) invitó a Baldessari a exhibir su obra en una galería. Como respuesta, el artista envió una carta con instrucciones que tendrían que seguir los participantes que ejecutarían la obra en su lugar, pues el artista no estaría presente en ningún momento. El texto solicitaba escribir la frase “I will not make any more boring art” (No haré más arte aburrido) una y otra vez, de techo a suelo durante el tiempo que durara la exhibición. Además, envió en una hoja un ejemplo de cómo debía realizarse y se documentó en una grabación de 13 minutos de duración mientras escribía la frase. 

Lo que inicialmente podría parecer una obra superficial, es en realidad una manifestación del entonces reciente interés del autor por problematizar el lenguaje a través de sus obras. Esta tendencia pasaría a caracterizar gran parte de sus trabajos en el futuro, pues podría considerarse que esta obra marca un punto de inflexión en la carrera del artista, a partir del cual comenzó a experimentar mucho más con el arte conceptual.
Lo que inicialmente podría parecer una obra superficial, es en realidad una manifestación del entonces reciente interés del autor por problematizar el lenguaje a través de sus obras. Esta tendencia pasaría a caracterizar gran parte de sus trabajos en el futuro, pues podría considerarse que esta obra marca un punto de inflexión en la carrera del artista, a partir del cual comenzó a experimentar mucho más con el arte conceptual.

I will not make any more boring art hace referencia a los castigos escolares; escribir una y otra vez la frase es una especie de sentencia, tal como sucede en las aulas cuando los alumnos ejecutan esa tarea mecánica. Debe considerarse que Baldessari estuvo estrechamente vinculado con la enseñanza artística, criticando su modelo educativo y estructura anticuada, y es justamente en ese contexto en el que la obra cobra mayor significado. Sin embargo, para comprenderla con aún más profundidad es posible referirse a dos modelos que sirven al propósito de análisis e interpretación artística con el objetivo de entender su complejidad.

En ese sentido, Charles Sanders Pierce desarrolló un tema de semiótica que permite un entendimiento muchísimo más profundo de los signos, clasificándolos en tres tipos distintos: símbolo, ícono e indicio. Al aplicar estos conceptos a la interpretación de la obra en cuestión, es posible identificar el símbolo en el uso del lenguaje, pues éste es siempre simbólico (ya sea escrito o hablado), y funciona como un código a través del cual aprehendemos el mundo. I will not make any more boring art utiliza el lenguaje como un mecanismo visual, discutiendo la relación entre texto e imagen.

Por su parte, el indicio se presenta como un tipo de signo que mantiene una relación directa con el objeto que lo produce. En este caso, existe una relación física entre la escritura de las frases y los escritores, quienes imprimen su marca de manera intencional al repetir la frase sobre una superficie. Evidentemente esa marca solamente puede ser interpretada mediante el aspecto simbólico, que la dota de significado a través del lenguaje. 

Finalmente, podría identificarse el aspecto del ícono (relación de semejanza de un signo con aquello que representa) en la similitud que mantiene la obra con un castigo en el ámbito educativo. Este tipo de signo es meramente perceptual y su característica principal radica en la mímesis, sin embargo, es factible comparar la tarea mecánica de escribir una frase con un castigo, es decir, el tema que Baldessari buscaba representar.

En cuanto al segundo modelo que sirve al análisis, Roman Jakobson fue un lingüista que postuló seis funciones del lenguaje. Para efectos prácticos del estudio de la obra de Baldessari, destacan las funciones emotiva, conminativa y metalingüística. 

En lo que respecta a la función emotiva, esta se expresa a través de la relación subjetiva que establece el emisor al expresar una actitud o idea relativa a otra cosa. En este caso, Baldessari y los estudiantes que ejecutaron la obra expresan un rechazo hacia el arte aburrido a través de la frase escrita una y otra vez. Mediante el “castigo” afirman no producir más arte de ese tipo, además de otorgar un juicio de valor al colocar la etiqueta de “aburrido”.

Por otro lado, la función conminativa es aquella que define una relación entre el mensaje y el receptor, es decir, que busca una reacción del receptor. I will not make any more boring art aplica dicha función a través de la interpretación, pues se establece una relación entre el mensaje y el espectador. Más allá de cuestionar la relación del artista con la obra, ésta provoca al observador, incitándole a cuestionarse y descifrar los distintos elementos para producir una propia interpretación, producto de la reflexión suscitada del contacto con el arte. Además, es importante considerar que las instrucciones invitaban a las personas a ser partícipes de la obra al escribir la frase en repetidas ocasiones.

Por último, la función metalingüística es aquella que problematiza o aclara el código de comunicación y suele ser autorreferencial. La obra de Baldessari problematiza el arte mismo en distintos niveles, es inevitable cuestionarse ¿qué es el arte aburrido? ¿Por qué los emisores lo consideran aburrido y no digno de ser producido? En ese sentido es una crítica a las barreras y “reglas” del arte, que a su vez se vuelve autorreferencial al escribir muchas veces la misma frase hasta llenarlo todo, pues mediante una lectura muy superficial podría parecer aburrido, cuando en realidad la obra está cuestionándose a sí misma. Además, la decisión de ejecutar esta obra-castigo en una escuela de artes también es metalingüística, al ser una crítica hacia el anticuado modelo educativo y las limitantes en la enseñanza artística. 

A pesar de esta lectura profunda mediante los modelos de Pierce y Jakobson, queda un tema pendiente, y es que la obra no solo problematiza el arte, sino también su autoría. Si Baldessari no estuvo presente en ningún momento del proceso material de creación de la obra exhibida, ¿quién es el artista? ¿Acaso los estudiantes que declararon nunca más hacer arte aburrido son los únicos autores? ¿Qué sucede con el creador intelectual de la obra si él no la ejecutó? ¿O es que las instrucciones de Baldessari podrían considerarse arte? ¿Y qué sucede con la hoja que envió el artista como ejemplo? ¿Es el espacio de exhibición lo que confiere a algo su valor artístico?

Es aquí cuando vale la pena seguir preguntándose ¿qué es el arte? ¿Por qué algo es arte? ¿Quién es el artista? ¿Qué nos dice el arte sobre nosotros mismos? Tal vez Baldessari y su obra no tengan la respuesta, pero ciertamente plantean las preguntas adecuadas que quizá no están formuladas con la intención de ser contestadas, sino reflexionadas.

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